Ciudad Juárez
Isabela Varela: Una revelación cómica

Lo que comenzó como un impulso en medio de una crisis personal se convirtió en el descubrimiento artístico de Isabela Varela. «Nunca me vi haciendo stand-up», confiesa la joven comediante cuyo primer acercamiento fue tan accidental como revelador: un curso de comedia al que llegó con 500 pesos en la cuenta y la necesidad de romper con la rutina universitaria que la consumía.
Aquella casualidad se transformó en vocación cuando, durante su primer open mic, un chiste improvisado sobre lo que pasaba en la televisión del bar detonó carcajadas. «Fue como una descarga de energía», recuerda sobre el momento que definió su camino.
Varela pertenece a una nueva generación de comediantes juarenses que han hecho de la vulnerabilidad un recurso cómico.
Su participación en «Morrisas», el showcase femenino que se presentó el pasado 22 de mayo, refleja su evolución: de aquella debutante que temblaba al subir al escenario a una standupera que hoy explora temas como la terapia, la sexualidad y las relaciones con una frescura que disuelve tabúes.
«Ser divertida también es empoderamiento», afirma sobre este proyecto que valora tanto por su impacto escénico como por lo que representa detrás de cámaras.
Aunque admira a figuras como Ali Wong y Taylor Tomlinson, su estilo sigue en construcción -consciente de que las grandes carreras no se hacen de la noche a la mañana-.
Varela guarda un objetivo claro: usar el humor no como escape, sino como puente.
«Quiero que mi comedia construya comunidad», dice esta artista que encontró en el stand-up algo inesperado: no solo un público que la escucha, sino una versión de sí misma que merecía ser escuchada.

LA ENTREVISTA
1. ¿Qué fue lo que te convenció para subirte al escenario por primera vez? ¿Hubo un chiste o momento específico que te hizo decir ‘esto es para mí’?
Sinceramente, nunca me vi haciendo stand-up. Incluso hoy, hay gente que me conoce de toda la vida y me dice que jamás se lo hubieran imaginado. Fue una decisión completamente impulsiva: vi un anuncio de un curso de comedia para principiantes justo cuando estaba en un momento de inestabilidad mental y con 500 pesos en la cuenta.
Siempre me ha gustado el arte, pero el tipo de arte silencioso, sin reflectores. Sin embargo, en el segundo día del curso, al leer mi primera rutina, Mirza me dijo algo que me voló la cabeza: “Necesitas hablar claro, porque hay gente que te quiere escuchar.”
En mi mente solo pensé: “¿De verdad hay gente dispuesta a escucharme?” Desde entonces, vivo y creo basándome en ese comentario.
En mi primer open mic estaba aterrada. Al estacionar mi coche afuera del bar pensé: “¿Qué estoy haciendo aquí? Esto no es para mí.” Estuve a punto de irme. Pero me ganó la curiosidad.
Recité mi rutina de memoria. El público estaba en silencio. Me distraje con la televisión del lugar, improvisé un chiste con lo que apareció en pantalla… y las carcajadas estallaron. Fue como una descarga de energía. Los nervios no desaparecieron, pero dejaron de paralizarme. La gente me estaba escuchando… y, mejor aún, disfrutando lo que decía.
Bajé temblando del escenario, pero con unas ganas tremendas de volver a subir.
2. ¿Cuál ha sido tu fórmula para mejorar tan rápido? ¿Algún consejo que te haya cambiado la perspectiva del humor?
Siempre he sido una nerd del aprendizaje. Me gusta investigar, leer, tomar cursos, alimentar mi curiosidad. El stand-up me dio algo nuevo que aprender, fuera de la rutina absorbente de la escuela.
Mi carrera universitaria fue la razón por la que llegué a esta ciudad, y me enfoqué tanto en ella que terminó por agobiarme. La comedia me dio un respiro, una nueva perspectiva sobre mí, sobre la ciudad y sobre las personas.
Mi fórmula ha sido disfrutarlo tanto que nunca me parece “demasiada información”.
Al principio no conocía casi nada de stand-up. Mi único referente era Eugenio Derbez porque era lo que veía en la tele. Así que teniendo cero conocimientos sobre este mundo cada consejo que recibo me cambia la forma de ver el humor.

3. ¿Cómo ha influido el showcase ‘Morrisas’ en tu crecimiento como comediante?
He visto este proyecto crecer desde cero, porque Sahara —su creadora— es una amiga cercana. Verlo nacer y ahora verlo hecho realidad me emociona mucho.
Además de ayudarme a crecer como comediante, me ha hecho valorar el detrás de escena: el trabajo de producción, la logística, la importancia de los espacios seguros.
Creo que Morrisas puede abrir la puerta para que más mujeres encuentren su voz. Demostrar que ser mujer no está peleado con hacer reír, con los chistes bobos, incómodos o pasados de tono. Ser divertida también es una forma de empoderamiento.

4. ¿Tu carisma en el escenario es natural o lo trabajas conscientemente? ¿Cómo manejas los nervios?
Nunca me consideré carismática. De hecho, mucha gente dice que les parezco seria o incluso intimidante.
Pero con mi familia o mis mejores amigas soy la más tonta, y en el escenario intento replicar esa misma energía: que se sienta como una plática entre amigas en una cafetería.
Los nervios no desaparecen, pero ya no me paralizan. Me preparo repasando bien mi material, de principio a fin. También tengo un ritual: un par de chicles de menta y un pequeño calentamiento físico y facial antes de subir.

5. ¿Cómo ha impactado el stand-up en tu vida fuera del escenario?
Me ha dado una confianza que no sabía que necesitaba. Ahora hablo en público con más seguridad, comparto mis ideas sin tanto miedo, me comunico mejor.
También me arriesgo más, porque sé que incluso una mala experiencia puede terminar convertida en material para el escenario.
6. ¿Qué comediantes admiras y qué has aprendido de ellos?
Apenas estoy descubriendo esos talentos que inspiran. He visto los especiales de Ali Wong y Taylor Tomlinson, y también sigo a creadoras como Diana Wong, Vero Monti y Bárbara Malacara de Las Damitas Histeria.
Me encanta su velocidad para rematar y la personalidad tan magnética que transmiten.
Todavía no tengo un estilo definido, pero disfruto mucho experimentar. Me gusta que mi comedia todavía esté en proceso, que no esté “cerrada”.

7. ¿Qué ventajas y desventajas has encontrado como parte de la nueva generación de stand-up en Juárez?
Somos una generación más consciente del tipo de comedia que queremos hacer. Cuidamos al público, abordamos temas sensibles desde la vulnerabilidad. Ya no se trata de burlarse del otro, sino de reírnos de nosotros mismos para visibilizar temas importantes.
También entendemos que hoy el comediante tiene que hacer de todo: estar en el escenario, crear contenido, tener presencia en redes, desarrollar su voz.
Sí, hay presión. Presión por sobresalir, por ser constante, por no desaparecer del radar. Pero me recuerdo todo el tiempo que no quiero ser solo un producto. Quiero construir algo con valor, crear comunidad. Y eso lleva tiempo. Las cosas grandes no se hacen de un día para otro.
8. ¿Cómo te preparaste para el showcase de Morrisas?
Llevé material con el que más cómoda me he sentido. Es personal, pero toca temas comunes que muchas personas pueden identificar como propios.
Hablo sobre ir a terapia, ser mujer, la sexualidad, las relaciones… y también algunas sorpresas espontáneas, porque siempre me gusta dejar espacio para lo inesperado.

9. ¿Qué metas tienes en el stand-up más allá de ‘Morrisas’?
Quiero mejorar mi efectividad en el escenario, especialmente el manejo del público, que es lo que más me cuesta y más me interesa aprender.
Me encantaría llevar mi comedia a otras ciudades, no solo para que me vean a mí, sino para ver a los demás. Quiero absorber toda la diversidad de estilos que existe y seguir construyendo el mío.
10. ¿Qué le dirías a alguien que quiere probar el stand-up pero no se atreve?
Si eres de las que tiene miedo a equivocarse, hazlo. El stand-up es una terapia de choque: vas a fallar enfrente de personas, con un micrófono y una luz apuntándote.
Suena horrible, pero aprendes que nada es tan serio. ¿Te equivocaste? Sí. ¿Y qué? Te ríes, lo corriges, lo vuelves a intentar… hasta que funciona.
